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jueves, 12 de diciembre de 2013

Un Fraile y un... ¿Buldero? ¿Pero qué es eso?


Mi cuarto amo fue un fraile que viene a ser nombrado en esta historia única y exclusivamente porque fue el primer amo que me dio unos zapatos. Porque antes de eso yo andaba descalzo en todas mis aventuras.
Luego me acogió un buldero y os preguntaréis ¿Qué es un buldero? Pues es un señor que representa a la iglesia y que vende bulas. ¿Qué es una bula? Pues es un pago que hace una persona creyente al buldero quien en nombre de Dios le permite no ir a misa un día de misa, o dejar de hacer sus obligaciones como creyente.
Bueno pues ahora que ya sabemos lo que es un buldero vamos a conocer mi historia con él:

Acabábamos de llegar a un pueblo nuevo el buldero, el aguacil, que era un ayudante, y yo. La gente del pueblo desconfiaban de las bulas y entonces no parecía que fueran a comprar ninguna. Viendo esto el buldero convocó a todos para decir que al día siguiente se marcharía. Entonces, por la noche, por cosas del juego el buldero y el aguacil comenzaron a discutir a gritos provocando que saliera todo el mundo de sus casa a ver que había pasado. La discusión fue tal que incluso tuvieron que separarlos para que la cosa no fuera a mayores.
Al día siguiente en la despedida de la bula se presentó el aguacil diciendo que el buldero era un farsante y que las bulas que vendían eran mentiras para aprovecharse de ellos. Apenas había acabado de decir estas palabras cuando cayó desmayado al suelo y comenzó a soltar espuma por la boca.


Entonces la gente comenzó a escandalizarse diciendo que eso le ocurría porque había acusado de farsante al buldero. Momento que aprovechó el buldero para pedir a los fieles que se arrodillasen para pedir al señor clemencia por aquel pecador.

Comenzó una oración muy muy larga para que se le perdonara al alguacil. Luego se acercó a él y con la bula sobre la cabeza del aguacil le dijo que se levantara. El aguacil se curó milagrosamente y se arrodilló a los pies del buldero pidiendo perdón por sus mentiras.
Este espectáculo provocó que al llegar el anochecer no había una sola persona del pueblo que no hubiera pagado una bula. Incluso yo me hubiera creído aquel espectáculo de no ser porque oí a mi amo y a su alguacil haciendo burla de cómo habían engañado a todos.

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