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jueves, 12 de diciembre de 2013

¡Aquí llegamos al Final de esta historia Amigos!



Bueno amigos, ya una vez y comencé a crecer pasé por numerosos trabajos, todos muy forzosos, para intentar ganarme la vida. Pero nos por muy injustos y otros por muy peligrosos los fui alejando de mi.
Hasta que quiso Dios alumbrarme tanto que por ayuda de unos amigos y señores logré un trabajo fiable y bien remunerado. Conseguí tener un trabajo de pregonero, tanto pregonaba los vinos que se venden en la ciudad, como cosas o personas perdidas... Hasta que un buen día me contrató de por vida el arcipreste de San Salvador que además me casó con una de sus criadas y me alquiló una casita cerca de la suya.


FIN

¡Mi Primera Ropa Nueva!


Tras cuatro meses con el buldero y sus teatros decidí marcharme. Acabando así con un pintor de panderetas, primero y con un capellán.

Con el capellán, que es una persona que pertenece a la iglesia pero un poco menos importante que un sacerdote, estuve nada más y nada menos que cuatro años. Años que pasé trabajando con un asno de aguador, es decir, iba por la ciudad con el asno cargado de agua traída de una fuente vendiéndola. Este oficio, aunque era duro y estaba muy mal pagado me permitió ahorrar suficiente para comprarme una ropa usada, una capa y una espada. Desde que me vi vestido con mi nueva ropa dejé aquel oficio y fui en busca de uno más provechoso. ¿A que estoy guapo en la imagen con mi nueva ropa?

Un Fraile y un... ¿Buldero? ¿Pero qué es eso?


Mi cuarto amo fue un fraile que viene a ser nombrado en esta historia única y exclusivamente porque fue el primer amo que me dio unos zapatos. Porque antes de eso yo andaba descalzo en todas mis aventuras.
Luego me acogió un buldero y os preguntaréis ¿Qué es un buldero? Pues es un señor que representa a la iglesia y que vende bulas. ¿Qué es una bula? Pues es un pago que hace una persona creyente al buldero quien en nombre de Dios le permite no ir a misa un día de misa, o dejar de hacer sus obligaciones como creyente.
Bueno pues ahora que ya sabemos lo que es un buldero vamos a conocer mi historia con él:

Acabábamos de llegar a un pueblo nuevo el buldero, el aguacil, que era un ayudante, y yo. La gente del pueblo desconfiaban de las bulas y entonces no parecía que fueran a comprar ninguna. Viendo esto el buldero convocó a todos para decir que al día siguiente se marcharía. Entonces, por la noche, por cosas del juego el buldero y el aguacil comenzaron a discutir a gritos provocando que saliera todo el mundo de sus casa a ver que había pasado. La discusión fue tal que incluso tuvieron que separarlos para que la cosa no fuera a mayores.
Al día siguiente en la despedida de la bula se presentó el aguacil diciendo que el buldero era un farsante y que las bulas que vendían eran mentiras para aprovecharse de ellos. Apenas había acabado de decir estas palabras cuando cayó desmayado al suelo y comenzó a soltar espuma por la boca.


Entonces la gente comenzó a escandalizarse diciendo que eso le ocurría porque había acusado de farsante al buldero. Momento que aprovechó el buldero para pedir a los fieles que se arrodillasen para pedir al señor clemencia por aquel pecador.

Comenzó una oración muy muy larga para que se le perdonara al alguacil. Luego se acercó a él y con la bula sobre la cabeza del aguacil le dijo que se levantara. El aguacil se curó milagrosamente y se arrodilló a los pies del buldero pidiendo perdón por sus mentiras.
Este espectáculo provocó que al llegar el anochecer no había una sola persona del pueblo que no hubiera pagado una bula. Incluso yo me hubiera creído aquel espectáculo de no ser porque oí a mi amo y a su alguacil haciendo burla de cómo habían engañado a todos.

¡Un Escudero es mi Nuevo Amo!


Pues sí, ese apuesto escudero que aparece en la imagen fue mi siguiente amo. Lo encontré mientras mendigaba después de que el clérigo me dejara en la calle. Sin embargo, desde el mismo momento en que entré en la casa me di cuenta de que era lo único que tenía. A parte de la ropa tan elegante que vestía y su poderosa espada no tenía nada. Pues bueno, un tiempo estuvimos viviendo de la limosna que yo mendigaba. Aunque él siempre decía que ya había comido y que sólo volvía a comer para hacerme compañía yo sabía que no era así. De todos modos era el que más me gustaba porque a pesar de no tener casi de comer se portaba muy bien conmigo, a diferencia de mis anteriores amos. Tan poco se comía en aquella casa que un día iba corriendo a comprar comida con un real que él había conseguido cuando vi un entierro.



 En él una viuda gritaba entre sollozos "Marido y señor mío: ¿Adónde os llevan? ¡A la casa lóbrega y oscura ,donde nunca comen ni beben!" y yo, al escuchar esto pensé que hablaban de la casa de mi amo y corrí todo lo que me permitieron mis piernas a cerrar con llave la puerta. Al contárselo a él tal fue su risa que pensé que no pararía nunca. Lástima que por su nobleza se negara a trabajar nunca al servicio de nadie y fuera amante a vivir del aire. Pues un día salió y no volvió más. En cambio quienes si vinieron fueron unos hombres reclamando dinero que él debía pagar. Me libré de culpa alguna gracias a unas vecinas que me ayudaban a comer y sabía que yo hacía poco que andaba por aquellos lares. Y así fue como desapareció el escudero.

Sirviendo a un Clérigo







Fui a tener a un pueblo llamado Maqueda. Allí me acogió un clérigo al que ayudaba en la misa. Tampoco estaba contento con la comida que él me daba porque mientras el comía carne mi ración era una cebolla cada cuatro días y alguna que otra sobra. Así fue que después de tres semanas apenas me mantenía de pie. Entonces empecé a encender mi pensamiento en busca de comida. En aquella época pasaba por el pueblo un calderero y con mi astucia logré que me consiguiera una llave. ¿Una llave para qué? Pensaréis, pues la llave era para un cofre lleno de panecillos que el clérigo tenía. Desde ese día, empecé a comer panes con cuidado para que mi amo no se diera cuenta de lo que hacía. Aunque con la mala suerte que tengo vio que le faltaban panes.


"Contaré los panes y así no me equivocaré porque me parece que faltan". ¿Qué podría hacer yo ahora para no morir de hambre? Pues dándole vueltas al coco vi que el cofre tenía agujeros pequeños en todas partes. Me aproveché de ellos y, cada vez que cogía un pan, dejaba rastros pequeños igual que los dejaría un ratón.




¿Pero que esta haciendo? ¿Está arreglando los agujeros del cofre? Ya no podría seguir comiendo pan de allí ¿o sí? Después de mucho pensarlo. Me desperté una noche y con un cuchillo hice un nuevo agujero por un lado del cofre. Al día siguiente, al ver el cofre agujereado ya no daba crédito a lo que había pasado. Maldecía el viejo cofre por no ser capaz de aguantar ni ante un ratoncillo. Pero un vecino le recordó un suceso con una culebra y se le metió la idea de que era la culebra hasta el punto de que puso un palo junto a su cama. Con tal mala pata que una noche, la llave del cofre que yo escondía en mi boca empezó a silbar con el aire de mi respiración. El silbido despertó al clérigo que con el palo en las manos llego hasta mi lecho y creyendo que tenía la culebra encima de mi dio un palo lo más fuerte que pudo para matarla. Dándome a mi en la cabeza. En ese mismo momento se dio cuenta del engaño y me echó de su casa.

Vivencias con el Ciego


¿ Conocéis al hombre del bastón que sale junto a mi en la foto? Pues es el ciego, con el viví muchas aventuras. ¡Recuerdo la primera jugarreta que me hizo como si fuera hoy! Estábamos junto a una estatua de un toro y me dijo que juntara mi oído con el suyo para oír un sonido dentro. Cuando sintió que estaba junto al toro me dio un cocazo contra la cabeza de piedra del toro. ¿Qué malo no?

Su oficio era el de curandero. Sabía mil y una recetas para curar todos los dolores. Pero a pesar de ganar bastante dinero era muy tacaño y me daba poco de comer. Entonces yo tuve que aprender a hacerle trampas para poder comer algo. Por ejemplo, tenía un botijo para beber vino pues al principio antes de que el lo cogiera para beber yo bebía dos tragos y luego se lo daba. Sin embargo, el se dio cuenta y ya no me lo daba nunca. Por lo que fabriqué un paja para sorber el vino sin que se diera cuenta. ¡Y aún eso no fue lo peor! También se dio cuenta de esto y tapaba el vino con las manos siempre. ¡Lo que me faltaba! Claro está que no me iba a quedar así. Decidí hacer un agujero por debajo del jarrón y acurrucarme en sus piernas para poder beber como la imagen de debajo.

El problema vino cuando notó que le faltaba vino. Investigó y se dio cuenta del agujero. ¡Me rompió el jarrón en la cabeza!

Pero esa no fue la única jugarreta. Tuve otras también: una vez mientras él comía uvas de un racimo de dos en dos yo se las robaba de tres en tres, le cambié una longaniza por un nabo y muchas cosas más. Pero el las contaba a la gente y todos reían de lo listillo que yo era. Hasta que un día de lluvia me dijo que le llevara a la parte más estrecha de un arroyo para cruzarlo de un salto. Ya yo estaba cansado de que me tratara mal y lo coloqué delante de una columna. Entonces le dije que ya estaba y cuando saltó se dio de frente con ella cayó al suelo. Momento que yo aproveché para huir de él a otro pueblo.




Zaide


¡Hola! Hoy les hablaré de Zaide. Como ya les dije ayer Zaide era el novio de mi madre y cuidaba caballos para un caballero al que llamaban el Comendador de la Magdalena. A mi al principio no me gustaba nada pero luego le cogí cariño porque traía comida a casa. Mi mamá tuvo un niño con él que es el que sale en la foto conmigo. Pero un día el mayordomo del Comendador descubrió que Zaide robaba para darnos de comer. Al descubrir esto el Comendador le castigó y le dijo a mi madre que no podía estar más con él. Entonces mi madre nos tenía que cuidar a los dos y, como estaba sola, también tenía que trabajar. Por esto cuando vino un hombre ciego y le dijo a mi madre que me trataría como a su hijo, ella me dejó ir con él.

miércoles, 11 de diciembre de 2013

Presentación



Pues para empezar mis padres se llaman Tomé González y Antona Pérez. Soy de Salamanca y nací en el río Tormes, que es el de la foto. Por eso me llaman Lazarillo de Tormes. Cuando tenía 8 años llevaron preso a mi padre por robar harina y lo mandaron a la guerra, donde murió. Entonces mi madre cuando se vio sola se hizo novia de Zaide, un hombre negro que cuidaba caballos. Pero de eso ya les hablaré mañana.