Bueno amigos, ya una vez y comencé a crecer pasé por numerosos trabajos, todos muy forzosos, para intentar ganarme la vida. Pero nos por muy injustos y otros por muy peligrosos los fui alejando de mi.
Hasta que quiso Dios alumbrarme tanto que por ayuda de unos amigos y señores logré un trabajo fiable y bien remunerado. Conseguí tener un trabajo de pregonero, tanto pregonaba los vinos que se venden en la ciudad, como cosas o personas perdidas... Hasta que un buen día me contrató de por vida el arcipreste de San Salvador que además me casó con una de sus criadas y me alquiló una casita cerca de la suya.
FIN
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